El espacio vivencial se trata de una relación que es propicia e inherente al hombre y al espacio, se va construyendo gradualmente a partir del conocimiento de las vivencias.
El hombre se comunica con su entorno por medio de un lenguaje escrito y hablado .Lo primero que hace es reconocer esos signos y símbolos en la arquitectura.
A partir de los Códigos Sintácticos: se estudian las relaciones entre los signos, de los Semánticos se estudian los significados y significantes, haciendo diferencia entre funciones primarias y secundarias y de los Pragmáticos las relaciones de los signos con los intérpretes y su contexto. En virtud de estos códigos en el sector estudiado, se verificará la apropiación del espacio, las conductas emergentes y la IDENTIDAD del mismo.
De la Expresión Figurativa de las distintas envolventes: el rol de la luz, las texturas hápticas y visuales, los diversos efectos de sinestesias visuales, cesías y de arreglos cromáticos en la en la expresión de significados, en la estimulación de vivencias y en la promoción de conductas de los usuarios
Se trabajará verificando la incidencia de los cambios de conductas y apropiaciones del habitante permanente y ocasional, en el ámbito de estudio, a distintas horas del día y en diferentes días de la semana. Se adjudicará un NOM BRE al sector estudiado que manifieste la IDENTIDAD verificada.
“Mi consejo a las ciudades, y podría aplicarse a cualquier ciudad del mundo, es sencillo. Que intenten tomar a la gente de su ciudad en serio. Más en serio, justo tan en serio, como tradicionalmente han tomado a los automóviles”. Jan Gehl
La ciudad está viva. Sus barrios nacen, crecen y cambian. Todos los días algo se transforma: Un vecino pinta su vivienda, o construye un piso adicional ,y en un abrir y cerrar de ojos, un cine puede transformarse en templo o un parque puede convertirse en centro comercial, cancha o estacionamiento. Cualquiera puede enumerar una larga lista de edificios que han sido derribados para abrir paso a nuevas construcciones. Y en el proceso los sonidos y los olores, esos que dan identidad y que nutren los recuerdos de nuestros abuelos, cambian de sitio o de intensidad, o misteriosamente desaparecen para siempre.
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